Cuando la realidad no puede ser explicada, ¿podemos cambiar teorías
o herramientas analíticas?
En Matemática se usa un término
especial, la invariancia. ¿Qué es un invariante? En los términos más simples,
un invariante es algo que no cambia. La invariancia es una propiedad muy
poderosa que permite abordar problemas con juegos, colores, simetría, paridad,
inducción. Un problema de invariancia presenta muchas formas, lo más difícil es
reconocerlo.
En programación orientada a
objetos y programación funcional un «objeto inmutable» es un objeto cuyo estado
no puede ser modificado una vez creado. Un objeto puede ser considerado inmutable,
aunque algunos de sus atributos internos cambien, siempre y cuando el estado
del objeto parezca no cambiar desde un punto de vista externo al mismo. Los objetos inmutables son útiles porque son seguros
en entornos múltiples y complejos; además son fáciles de entender y es fácil razonar
sobre ellos; además de ofrecer mayor seguridad que los objetos mutables.
En la vida real, en los negocios,
en ámbito de la investigación científica, en cualquier campo, se generan datos
que deben ser analizados para tomar decisiones. Los datos se organizan o distribuyen
de manera que se pueda obtener conclusiones y respuestas sobre el contenido y significado.
La distribución más general es la Curva de distribución normal, una curva simétrica,
en forma de campana que contiene al total de datos distribuidos en forma equitativa
ambos lados de tres valores centrales (media mediana, y moda). Para la
población, un parámetro llamado desviación estándar determina a que distancia
del centro se encuentran otros valores. En la curva, las áreas son probabilidades
calculadas entre valores elegidos.
Cuando las distribuciones reales
no son normales, pero se cumplen ciertos requisitos como el Teorema de Límite
Central, es posible hacer una aproximación o ajuste de las distribuciones hacia
la normal. En sentido, ¿la distribución normal es como una invariante? Literalmente, todo se puede explicar con sus
reglas.
En el mundo actual, la tecnología
ha multiplicado exponencialmente la capacidad de generar datos. Hace una década,
un megabyte era una gran magnitud. Hoy apenas equivale al contenido de una foto
de alta resolución. Estamos ya en la era de los petabytes, ya se han definido
nombres para las nuevas unidades. El Brontobyte (¿recordando a los brontosaurios?)
todavía no se usa. ¿Seguirá en su trono la curva normal, o habrá que cambiarla?
¿Será posible? La “curva normal
del brontosaurio” es bizarra, inusual, rara, inesperada, anómala, anormal,
desacostumbrada, extraña, infrecuente, excepcional, singular, pero ¿no es también
así el mundo? Un solo ejemplo: Parejas
que salen almorzar, ni se miran ni ven lo que comen; amigos que están en una
reunión y nadie podría decir cómo está vestido el amigo sentado junto a él
porque están absortos con el juguete; gente que camina por la calle y necesita
bastones inteligentes como los ciegos para no chocar contra la gente ni las
paredes. Todo lo que parecía imaginación exagerada en el pasado, es hoy rutina.
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